Los años han pasado y toda la
gente que conoce a María de los
Ángeles y a Daniela no puede
discernir cuál de las dos es más
hermosa, buena o generosa. Lo
que casi nadie sospecha es que
María de los Ángeles es una
mujer que, desde que sus padres
murieron, se juró a sí misma
que se encargaría de hacer pagar
a Victoria y a su prima todo el
dolor y amargura que
provocaron la fractura de su
familia y que no descansaría
hasta recuperar el patrimonio
que Carlos de la Vega le
arrebató a su padre.
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